¿Qué querés ser, cuando seas grande?
Pregunta en la que abrevamos la
mayoría de los que ahora somos grandecitos, y en su mayoría, muchos queríamos ser
astronautas. ¿Recuerdan? También aparecía, “¿Tenés novio?” que no aguardaba nuestra
respuesta, sino miradas socarronas entre los adultos.
Tiempos fáciles, de juegos en las veredas y rodillas peladas: en el patio de la escuela se podía correr y ningún padre iba a cuestionar encolerizado a la maestra sobre por qué estábamos corriendo y qué hacía ella cuando nos caímos, ¡un poco de agua oxigenada y a seguir corriendo! Ahora se requiere el llamado a los padres, a la emergencia, labrar actas, lidiar con la paciencia que comienza a huir en aras de la búsqueda del sentido común… y prohibir que corran en el patio. ¿Dónde van a adquirir reflejos: esa destreza para maniobrar y esquivar a los otros doscientos o más, que también se encuentran corriendo? ¿En un vídeo juego? Avanzamos en los disparates y en rubicundas inutilidades.
Tiempos fáciles, de juegos en las veredas y rodillas peladas: en el patio de la escuela se podía correr y ningún padre iba a cuestionar encolerizado a la maestra sobre por qué estábamos corriendo y qué hacía ella cuando nos caímos, ¡un poco de agua oxigenada y a seguir corriendo! Ahora se requiere el llamado a los padres, a la emergencia, labrar actas, lidiar con la paciencia que comienza a huir en aras de la búsqueda del sentido común… y prohibir que corran en el patio. ¿Dónde van a adquirir reflejos: esa destreza para maniobrar y esquivar a los otros doscientos o más, que también se encuentran corriendo? ¿En un vídeo juego? Avanzamos en los disparates y en rubicundas inutilidades.
No le
preguntaría a un chico que quiere ser de grande, le pediría a los grandes que
dejen a los chicos: ¡ser chicos!
Los que de niños aguardábamos la
llegada del 2000 con vuelos espaciales surcando los cielos nos dimos un
porrazo. Lo humano avanzó pero no hacia los cielos sino desaforando la
comunicación.
La revolución industrial en su
inicio fue cruenta, desde hordas de niños hacinados en fábricas a adultos que
se desmayaban de pie frente a la línea de producción, pero luchas y muertos mediante,
trajo las ocho horas, leyes laborales y vacaciones. Y, ¿qué hicimos? La idea
era que los robots encararan las tareas y se
lograrán menos tiempo de trabajo, y más horas de ocio, arte y vida con
la familia sin embargo devino en más horas de trabajo, menos disfrute y apenas
ratos para estar con el otro, y ni mencionar a los niños: ¿cada vez más tiempo
de escuela?
Melancolía al revés, nostalgia de
lo que no fue.
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