Arquitecturas de mando
¿Psicópatas con “Superyo”?
¿Ególatras mediáticos?
¿Gestores corrosivos?
En la animalada de cualquier
bicho es frecuente la jerarquía de mando por dominación, y no es una dominación
precisamente pacífica.
En la animalada de los humanos, y
en especial de los adultos, es atractivo plantearse la anarquía: cero mando; no
obstante, por más evolucionado que se pretenda al humanita, lo cierto es que hasta la tribu más tribu tiene que
organizarse.
La
adolescencia suele engendrar los líderes y el tiempo, definirlos. En mínimo
número son los que persisten en una contienda que dure toda la vida. El
altruismo y el bien común no sustentan una profesión de décadas, parece
agotarse en menos de una, y de tal modo, el hacer se abandona a un discurso
vacío cuajado de cebos.
Sin embargo el planteo que me
tienta —moviendo a un costadito el seductor síndrome de Hubris o los rasgos
psicópatas—, es simple: ¿cuándo trabajan
los políticos? Yo, y tantos como yo —disculpen el orden de ombligo pero
invertido destrozaba la cadencia—, somos de los simplones que para hacer algo
lo hacemos y el hacerlo nos lleva tiempo, entonces, ¿cuándo los políticos
trabajan en lo que tienen que trabajar: gobernar?
El día tiene veinticuatro horas,
suponiendo que sólo duerman cinco; se aseen en dos –incluido todo el protocolo:
desde la sonrisa perfecta, el zapato al tono
y los cabellos de héroe de arcaica película holliwodense—; se
transporten en dos —convengamos que el helicóptero es lo que logra el
teletransportador del Enterprise—; ingieran alimentos en cuatro —aludiendo a
las “reuniones: desayunos, almuerzos, meriendas y cenas” de trabajo—,aparezcan
en los medios: dos, estén en su casa: tres, inauguren las piedras que
inauguran: dos; hagan pueblo: dos; deteniéndome ahí: sumarían 20 horas.
¿Sólo cuatro horas para gobernar
una nación?
Evidente, fue un garabato de
horario, porque no creo que una conferencia por cadena nacional en viral
internacional se resuma en dos horas, y menos: una visita del adorado líder
“esperada” por el pueblo. Porque lo anterior, si bien no los deja quietos un
minuto, gobernar debe ser otra cosa. Dedicarse horas a lograr que lo
vanaglorien y obedezcan no ofrece efectividad a la hora de los resultados. Esos
países tranquilitos, de pueblos satisfechos tienen gobernantes desconocidos.
Aunque es importante aclarar: ¿el
narcisismo imperialista es imputable?
Por pensar algo mas.
ResponderEliminarGracias por compartir.!
Gracias, a vos, por comentar.
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