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Ética de la inmoralidad
La
persona ha sufrido el envilecimiento de todas las atrocidades posibles. Sin
embargo: ¿Por qué, siendo que estamos en tiempos en que la humanidad ha
alcanzado sus más altos valores, estos se atrofian al uso?
Cada
plausible oportunidad de cambio aborta inmisericorde.
¿La
selva nos sigue controlando?
¿Qué
virulencia civilizada impulsa los destrozos masivos?
Frase rescatada por Diana Mattos |
Los
extremos se unen en perfidia y la masificación de la crueldad es lo recurrente.
Cualquier
horror ya ha sido perpetrado sin embargo parece que el sentirlo crea la
necesidad de absolverlo, sabernos más buenos porque los hay peores no aspira ni
a mediocre consuelo pero funciona.
¿Existe
un plan maquiavélico de dominación? ¿Así ocurre? Lo que sí es cierto, es que la
maldad ocupa el plano de lo literario, la ficción genera malos impecables; en
la realidad, los malos nunca asumen su obra, la degeneran con argumentos y
viandas de oratorias. Cada ser perverso y malévolo ha sometido su acción a una
moral conveniente y justificada que les permite continuar para sí mismos;
comúnmente, sostenida por una manada de beneficiados obsecuentes. Hasta se les
podría observar cierta candidez al ignorar cualquier tipo de denuncia.
Esas míticas epopeyas que han
asolado a la humanidad: forjan la historia pero siempre ha prevalecido el
liderazgo de lo general, de lo trascendente para el mayor número de
perjudicados o favorecidos. Sin embargo, ¿qué ocurre con la humanidad común? La
que vive todos los días y sale a comprar el pan —disculpen nuevamente la misma
comparación pero no es por carencia de otras sino por lo gráfica qué resulta—.
¿Una estrategia a veinte años? ¿Qué otorga, si coincide con nuestros primeros
veinte años? ¿Nos ultrajan lo mejor? Porque coincidamos, en escasísimas y
míseras ocasiones esos grandes latifundios de conquistas y proyectos faraónicos
favorecen la actividad de los comunes.
Y cinco años sin poder comer
siquiera un huevo es mucho para protagonizar porque alguien sostuvo la patraña
de querer mejorar el mundo a sus desolados e inmundos intereses.
Comprendamos:
somos volátiles seres suspendidos de sueños y realidades yuxtapuestas. Y lo
insidioso es que cuando finalmente se equilibran, la costumbre las relega a la
queja y necesitamos el cambio. Incluso la felicidad puede aburrirse de ser
rutina y provocar el peligro porque no todas las revoluciones se iniciaron en
la brecha de las necesidades y las carencias; ni todos sus ejecutantes eran
seres castigados por las injusticias.
¿Tan
poderoso es el carisma? ¿Tan mítica su influencia? ¿Tan creíble su postura de
bonanza? Difícil modificar lo que no se advierte porque el bichito común, el
humano usual y de todos los días está abocado a trabajar, porque trabajar y
vivir en familia lleva tiempo, y en esa desocupación de la tarea social, avanzan
los indeseables. Se relegan las obligaciones por una cuestión simple: es
imposible ocuparse de todo, y al delegar
—aun resulte con el democrático voto—, se confía y cuando se comprende
el error, la demora ha ganado victoriosa
y la trampa ya se ejecutó; y únicamente queda salir o gastarse entre
nostalgias.
Lo cotidiano se vuelve humano. El único ser inteligente es el hombre, esta bendita capacidad hace que nos acostumbremos a todos los sucesos exclusivante humanos.
ResponderEliminarSilvia
Si, Silvia, es una capacidad "acostumbrarse a todo"... más qué terrorífica. Muchas gracias por tu excelente comentario.
EliminarCopio el comentario de Graciela Guemberena... [09:41, 28/7/2017] GRA: Casualmente mi comentario en el blog ( que no aparece) se referia a " salir a comprar el pan" . Parece entonces que el ejemplo es muy sugerente.
ResponderEliminarYo decia...que " salir a comprar el pan" situado en el contexto de la inseguridad cotidiana adquiere una enorme contundencia.
Es implacable en sí mismo.
La ética de la inmoralidad es voraz y estratega, biopolítica que hace un escrutinio de nuestros miedos, complejos y carencias para hacerlos enemigos incansables de la poca fortaleza que nos queda.
ResponderEliminarGrato artículo, cada palabra es un respiro, no estamos solos en este mundo alienante. No somos parte de ese plan inmoral y utilitario.
Más grato es tu comentario, es sin dudas, para releer. Muchas gracias.
EliminarNo: ¡No estamos solos...!
Aliento te interese leer los otros artículos, sería un verdadero lujo contarte como lectora. Muchas gracias, Oris.
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