Engendros dorados
Interpretar la realidad ocasiona
engranajes vacíos y quejosos.
Cada degustado párrafo arroba cavilaciones tan
nítidas como laberintos de espejos, piénselo como un juego, y distráigase
encontrando la entrada, porque le aseguro que ingresa por la salida:
Se acaricia la tristeza y se
siente la agonía del mundo. Las apariencias no se agotan en el reflejo. La constante
asoma como una huida sin embargo, al rato, un nuevo impuesto te vapulea en la
realidad. La bohemia se recalcitra en perezas y dislates, ya no es más de una
elite de niños mimados que podían dedicarle unos años, ahora se asoman desde
todos los círculos.
El cúmulo de aspavientos y
donaires informan la cercanía de lo inmediato y crujiente, nada puede carcomer
más que la idea de que el tiempo se muere si no se usa.
Ser del otro, no es ya: generosidad;
es un desprendimiento tildado de arrogante, aconsejan amarse a uno mismo como
la riqueza preciada de éxito. No existen ardides ni silencios, la desdicha del
no tener invade con ímpetu heroico y la humanidad fenece en la mezquindad del
minuto de asombro.
Las rutas prosaicas de la caridad
sacuden ornamentos gastados, poco y nada ilumina sin envilecer; la divinidad
dinero no sucumbe ante la ternura, fanáticos berrean mamando golosos, nunca es
suficiente.
La violencia corroe lo cotidiano
y se instala oronda y fétida.
Usemos un evento democrático: el
fútbol. Una pasión que unía en vítores o desdichas al sacerdote, al verdulero y
al médico; a la pianista, a la abogada y la portera; a los hijos, a los nietos
y los bisabuelos: todos ahogando furias y dolores, todos soltando adrenalina en
colores y furibundos epítetos. Encomiables horas en discusiones por una mano
que no es de dios pero provoca una copa.
Ahora, unidos en el miedo, y la
ausencia de su presencia en la cancha.
Horror.
Los demonios desayunan asfalto,
parapléjicos y raquíticos compiten con la devastación de ser ignorados. Los
retratos de la egolatría se envasan en oropeles quirúrgicos. Y la defensa del
aburrimiento avala cualquier intentona aparente.
¿Cuándo se envenenó la vida?
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Noria de cisnes.
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