Ahorro de bosques
El libro digital acarrea historias de éxito que encumbra
a autores desconocidos, podría envilecerse el argumento, alegando que no es
necesario ni conocer el uso de las mayúsculas para subir un libro digital pero
lo válido es que siempre existieron libros que no eran grandes obras ni
siquiera aproximación a lo literario, al menos el e-book no gasta árboles.
Por lo inmediato, avalemos que puede incurrir en una
práctica plataforma de lanzamiento para el escritor, y un sitio de buceo para
el lector, una biblioteca sin arancel que permita luego adquirir el libro en
formato papel.
¿Será éste el filtro a tanta palabra escrita? ¿El
saturado mundo digital?
Si se observan los números, las ganancias poco aportan al
erario del escritor, la mayoría debe alcanzar un número de ventas para que le
reditúen regalías sin embargo, el susodicho autor, de seguro ya invirtió
adquiriendo los libros de otros, con la especuladora esperanza, de que le devolviesen
el favor. En cierre, todos esos decenas de miles de escritores con cantidades
de libros que no alcanzan el mínimo de ventas para percibir la comisión, han
sumado con sus propias ventas y las compras a otros, una interesante virtual contribución,
¿no?
Sin someternos a escrutinios de contar envidiados vueltos
y quién se los queda, este duelo que sobreviene el escritor novel conlleva la
angustia que acarrea todo artista, y alentando que el éxito no se presente
recién en herencia sorpresa para los nietos –el tan mentado éxito necrológico
kafkiano- sino al menos un “rato/décadas antes”, y así lograr llegar a estar
decente para que las fotos se parezcan a la actualidad del escritor cuando escribió la obra.
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