El animal bípedo por
excelencia finalmente: ¿ha sucumbido?
—Titular amarillista con cierto toque intelectual—.
Por
su propia cuenta y designio, ha decidido recluirse en su propia madriguera, sin
embargo eso no resultaría lo más sorprendente, lo más asombroso es su
conveniente y viciosa determinación a permanecer aislado entre sus propios
congéneres.
Sociable
naturalmente, ha quebrado su herencia milenaria para permanecer en lo que
supone le brinda un hábitat seguro y complaciente; modificando sus
interrelaciones: por hacinamientos de varios individuos que coexisten en el
mismo espacio físico, ocupando diferentes cubículos, aunque con la notable
peculiaridad de no establecer acercamientos entre sí.
La
búsqueda de pareja no ha recibido mejor fortuna, llegando a obviar las necesidades primarias, ésta se ha
resumido a contactos aislados y fortuitos con ocasionales convivencias que
proporcionan, en el más exitoso de los casos, una o dos crías.
Salvo
excepciones menos inhóspitas, los cachorros no permanecen con ambos
progenitores, replegándose la crianza usualmente a uno de ellos o a una
alternancia entre ambos, lo cual les brinda un marco propicio para que puedan
realizar su voluntad a destajo y transcurrir en una existencia libre de
patrones fieles de conducta; ya que los mencionados padres se acercan cada vez
más a su marco generacional, resultando poco más que adolescentes sociales. De
ese modo, y dado que los adultos están inmersos en su propia andanada de
caprichos y crisis, las crías carecen de un referente a quien presentar su
rebeldía, instancia fundamental para determinar su carácter.
Tales
displicencias, acuña una población juvenil inerte y vacua que perfila su
temperamento a los mandatos masivos de consumo y venta.
Asimismo,
y de manera casi aleatoria, el adiestramiento y adaptación de la especie está
sujeto a vaivenes formativos de las economías. Avaros que dibujan los recortes
en los costos simulando una emperifollada vanguardia, y copiosamente: todos
están conectados a nadie. Los rostros son invisibles y cambiables.
¿Y
qué habrá de suceder a un animal que contraría tanto su propia esencia? Varias
resultan las respuestas, aunque el espectro no abanica venideras predicciones
ventajosas; el siglo de la locura ha dejado paso al de la soledad, la cual se
regodeará para tender estragos en la frágil psiquis ya existente.
Excelente!!
ResponderEliminarMuchas gracias.
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